Lo mejor para evitar que alguno de estos componentes se desgaste es evitar usarlo a máximo rendimiento. Así, conviene que, cuando hace mucho calor, no conectes el aire acondicionado o climatizador en la máxima velocidad. Es más eficaz, más ecológico y menos agresivo para el sistema arrancar e iniciar la marcha con las ventanas abiertas y conectarlo algo más tarde, cuando la temperatura interior se iguale con la del exterior.
Conviene también que el aire acondicionado no pase mucho tiempo parado para que el compresor arranque. Así los fluidos circularán por el sistema y se evitarán obstrucciones.
Un elemento clave es el filtro de aire este se encarga de detener las impurezas, polen y otros cuerpos extraños antes de que el aire pase de la calle hacia el vehículo. Con el paso del tiempo, acumula polvo, polen, bacterias y otros residuos, de ahí que los fabricantes recomiendan cambiarlo al menos una vez al año o cada 15,000 kilómetros, o incluso antes si sueles circular por terrenos sucios.
La temperatura ideal de funcionamiento oscila entre los 22 y los 23 grados. Si la temperatura es inferior durante un periodo prolongado de tiempo el consumo del coche puede aumentar hasta en un 20%. Además, es recomendable revisar que las correas del sistema no estén sueltas, ya que de lo contrario no podrán impulsar el compresor del aire acondicionado.
El área externa del radiador también precisa de mantenimiento: debe estar limpia, así como las cañerías y mangueras no deben presentar pérdidas de aceite.